La visita a la Universidad de Alcalá de Henares debe comenzar, sin duda, por la gran joya de la antigua Universidad, el Colegio Mayor de San Ildefonso, actual Rectorado. La UNESCO, el 2 de diciembre de 1998, declaró Patrimonio de la Humanidad a la universidad y al recinto histórico de la ciudad de ALCALÁ DE HENARES (enlace a nuestra publicación).
Iniciamos la
visita guiada, accesible a personas con movilidad reducida, en la majestuosa
fachada realizada en piedra caliza de Tamajón, construida
a partir de 1537 por Rodrigo Gil
de Hontañón, arquitecto de las catedrales de SALAMANCA y SEGOVIA. Fue
rematada en 1553 siendo aparejador de la misma, Pedro de la Cotera. En su
elegante decoración trabajaron los entalladores más cualificados de la época y
forjaron sus admirables rejas los maestros de la CATEDRAL DE TOLEDO Francisco de
Villalpando y Ruiz Díaz del Corral.
Algunos
historiadores del arte la han calificado como "uno de los ejemplos más
armónicos y proporcionados de la arquitectura española del siglo XVI". Está
diseñada en forma de retablo de tres cuerpos desiguales en altura, con portada
monumental y superposición de órdenes. Cada uno de los cuerpos de la fachada
posee un programa iconográfico que corresponde a un estado del saber, con la
teología como epicentro.
Sobre la
puerta de entrada, el segundo piso nos ofrece una ventana suntuosamente
decorada. En el medallón aparece San Ildefonso, santo al que está consagrado el
Colegio Mayor y patrono de los Arzobispos de Toledo. Se encuentra flanqueado
por dos bellos blasones de Cisneros, escudo que tomó la Universidad como suyo
propio. Simbólicamente, esta ventana o balcón volado de hierro, creación de
Hontañón y de gran repercusión en la arquitectura española del siglo XVII, se
ve custodiada por dos expresivos alabarderos, soldados casi invencibles de
Carlos V, esculpidos por el entallador Hans de Sevilla. Podemos intuir que esta
ventana es la más importante de la Universidad al guardar tras ella el símbolo
del saber: la Biblioteca Universitaria, rica en códices de teología y
pergaminos musulmanes de medicina. Enmarcando este conjunto, dos pares de
columnas exentas con capiteles renacentistas. Sujetando las columnas, las
mayores esculturas de la fachada, dos esforzados atlantes, obras del ya
mencionado Claudio de Arciniega.
La calle
central de la fachada del edificio está rematada por una imagen del Pantocrátor sobre
la cual se colocó una inscripción con el monograma XPS (Christus) e
inmediatamente debajo se esculpió un gran escudo imperial de Carlos V,
realizado por el escultor salmantino Juan Guerra en 1552.
El acceso al
interior para personas con movilidad reducida se realiza por una puerta
alternativa situada en la fachada principal. Este acceso da paso al Patio
de los Capellanes o de las Lenguas, que tras la última y reciente
reforma, finalizada en 2013, se recreó el antiguo patio en torno al pozo con
restos de columnas y capiteles que pertenecieron al desaparecido coro de la
capilla universitaria y a la lonja de entrada al Colegio Mayor.
Desde aquí accedemos a la Capilla de San Ildefonso, uno de los ejemplos más significativos del denominado ‘estilo Cisneros’, terminada en 1510 bajo la dirección del maestro constructor Pedro de Gumiel, y cuya función era servir de iglesia al Colegio. De estilo renacentista, es de planta rectangular, con una sola nave dividida en dos estancias separadas por un arco toral. Las leyes desamortizadoras de 1836 despojaron a esta capilla de sus riquezas.
Y por último, subrayar el rico monumento sepulcral del Cardenal Cisneros, situado en el presbiterio de esta Capilla. En su testamento, donó su fortuna a la Universidad y pidió descansar en la capilla de San Ildefonso, no como un hombre poderoso sino con la sencillez de un fraile franciscano. Sus albaceas testamentarios hicieron caso omiso de la voluntad de Cisneros y mandaron esculpir el sepulcro más caro de la historia de España hasta el momento: 2100 ducados de oro.
Los lados
largos de la caja están divididos en cinco campos por columnas clásicas que se
colocan sobre bases altas. El campo más amplio, en el medio, muestra en el lado
del evangelio una imagen redonda con la representación de San
Eugenio, el primer obispo
de Toledo. Los otros cuatro campos contienen los símbolos del quadrivium (aritmética,
música, astronomía, geometría). |
Es una de las muestras más bellas de la escultura funeraria en Europa y el reflejo en piedra de la fuerza y el poder de uno de los hombres más importantes en la España de la época. Su trampolín político fue conseguir la confianza de la reina Isabel la Católica, llegando a ser su confesor personal.
San Leandro de Sevilla está
representado en el medio campo del lado de la epístola, rodeado de figuras que
encarnan el trivium (gramática,
dialéctica, retórica) y teología.
Son alusiones al contenido docente que se impartía en la Universidad de Alcalá. |
Tomando como referencia el sepulcro de los Reyes Católicos y el de su hijo el príncipe Juan, que hoy podemos ver en el MONASTERIO DE SANTO TOMÁS DE ÁVILA (enlace a nuestra publicación), tenía que ser igual o mejor.
La obra elaborada en mármol de Carrara, fue encargada en 1518 al escultor florentino Domenico Fancelli (autor del mencionado sepulcro de los reyes que falleció en 1519). Continuó la obra el burgalés Bartolomé Ordóñez. Muerto éste en 1520, se terminó en su taller bajo la dirección de su discípulo Pietro de Carona, siendo colocado en la capilla universitaria de Alcalá de Henares en 1521. Se le considera una joya del arte funerario renacentista y obra cumbre de la escultura española del siglo XVI.
Los cuatro bordes de la tumba están protegidos por grifos; sobre ellos, se muestran sentados los cuatro padres de la Iglesia Católica: San Jerónimo, San Ambrosio de Milán, San Agustín de Hipona y Gregorio Magno.
Los lados estrechos también se dividen en tres campos, por columnas. En la cabecera, una imagen redonda muestra a San Ildefonso de Toledo, entre San Juan de la Penitencia y Santiago el Mayor en los campos exteriores.
En el lado de los pies, San Isidoro de Sevilla está representado en el campo central, rodeado en los campos exteriores por San Francisco de Asís y Santo Domingo.
El yacente cuerpo de Cisneros nos muestra la cabeza hacia el altar, privilegio de los eclesiásticos, aunque lo que resulta más sorprendente es el rostro del Cardenal. Siguiendo una tradición castellana, el rostro de Cisneros se esculpió a partir de una máscara funeraria. Ordóñez no quiso idealizarlo haciéndolo joven y hermoso, si no, como era costumbre en Castilla, como un hombre de 81 años.
Los destrozos en el sepulcro se deben a distintos períodos. En un principio los estudiantes arrancaban trozos como si de talismanes se tratasen, obligando al Rector a mandar construir una monumental reja de bronce, considerada como la obra maestra de los broncistas españoles del Renacimiento. La reja sufrió importantes daños en el transcurso de la Guerra Civil (actualmente gran parte de sus restos se encuentran en el Museo Arqueológico Nacional), debido a que el monumento funerario del Cardenal Cisneros, en aquel entonces, estaba colocado en la CATEDRAL MAGISTRAL (enlace a nuestra publicación) de Alcalá de Henares, donde siguen enterrados sus restos. Posteriormente el monumento fue trasladado a su lugar originario en la Capilla de San Ildefonso.
La costumbre
era que en esta capilla se enterraran los más ilustres profesores de la Universidad Complutense. Lingüistas como Antonio de Nebrija, Diego López de Zúñiga, Juan de Vergara, Demetrio
Ducas, Fernando Pinciano, Alfonso de
Zamora, Pablo
Coronel, Alonso de Alcalá. Los médicos Francisco Vallés (célebre médico de Felipe II) y Antonio de Cartagena. Los
arquitectos del Colegio Mayor, Pedro de
Gumiel y José Sopeña.
El actual retablo es de la escuela navarra de Juan de Ancheta, atribuido a un discípulo de este, Ambrosio de Bengoechea. Procede de la iglesia de Quintanilla de Onésimo (Valladolid), siendo su cuerpo inferior y sagrario obra moderna que sigue la misma línea decorativa, aunque incluyendo el escudo del fundador. Sustituye al original de Juan de Borgoña que el Conde de Quinto hizo desaparecer en el siglo XIX.
Desde aquí
la visita se dirige al patio mayor de Escuelas, también llamado Patio de Santo Tomás de Villanueva, iniciado
en 1616, al demolerse el primero de ladrillo, con proyecto de Juan Gómez
de Mora
(arquitecto que dejó mucha huella en Madrid, con la plaza Mayor, la Casa de la
Villa y otras construcciones que han perdurado hasta hoy), y fue rematado en
1662, por José Sopeña, como así señala la inscripción
que corre por el friso situado sobre los arcos rebajados del tercer piso.
De tres pisos, friso y balaustrada superior, donde bajo cada una de las pirámides emboladas hay una letra. Uniéndolas podemos leer: Et luteam olim celebra marmoream, "Lo que antes se construye en barro, hoy se celebra en piedra", palabras latinas atribuidas por la tradición al Cardenal Cisneros, cuando el rey Fernando el Católico se burló de la pobreza del primer patio.
Este patio lleva
el nombre de uno de los primeros alumnos que se matriculó en esta Universidad
en el año 1508, fecha de inicio del primer curso y primer Santo salido de sus
aulas, Santo Tomás
de Villanueva, también conocido por sus contemporáneos como el «obispo
limosnero», por lo que le vemos representado en uno de los bajorrelieves
superiores, obras de Francisco de la Dehesa, dando limosna, vestido de colegial
con manto, beca y a su derecha el bonete. A su lado aparece la mitra como
Arzobispo de Valencia.
Frente a él,
una alegoría de Cisneros tal y como pudo desembarcar en la conquista de Orán:
deteniendo el sol en la batalla. Aparece ante nosotros vestido de franciscano,
con la cruz de la Fe y la evangelización en una mano y la bengala o bastón de
mando en la otra. No hay que olvidar que en él se unió el poder eclesiástico
(Cardenal y Primado de España) y el poder
civil (Regente de Castilla).
Los otros
dos bajorrelieves representan escudos de Cisneros muy decorados, que fueron y
siguen siendo el símbolo de la Universidad.
El pozo y algunos pedestales de las columnas están decorados con cisnes, motivo de la heráldica parlante que recuerda al apellido del fundador. Además, el pozo del patio de Santo Tomás fue el protagonista de una simpática costumbre de los estudiantes. Se dice que los alumnos del Colegio Mayor dejaban crecer la hierba a su alrededor con la intención de dejar claro que en Alcalá de Henares, a diferencia de Salamanca, podía crecer la hierba porque nunca entraban burros.
Pasamos ahora al antiguo Patio de los Filósofos o de Continuos, citado entre otros por Quevedo en el Buscón, es hoy un agradable jardín, con una estatua del Cardenal Cisneros en su interior.
Poco queda de él (lo que hoy vemos es en gran parte una restauración), al haber sido empleado en el siglo XIX para usos industriales (fábrica de gusanos de seda) tras el cierre de la Universidad y su traslado a Madrid, en 1836 con la desamortización de Mendizábal.
En su origen
fue el lugar donde se encontraban las salas de audiencias del Rector,
Escribanos, Notarios y Procuradores. También estaban los almacenes de leña,
carbón y harina, comunicando mediante una puerta en arco de medio punto con la cárcel
universitaria hoy desaparecida. Es un patio que nos sirve para hacernos
una idea de cómo fue la universidad de Cisneros: una universidad de ladrillo.
En otro tiempo también albergó a estudiantes y criados, llevando estos últimos siempre una gorra más grande de lo habitual. Se sabe que, a cambio de su trabajo, se les proporcionaba comida, bebida, ropa, etc. Esta circunstancia dejó en nuestro lenguaje la palabra «gorrón».
Cuando
conocemos a un mal estudiante se le llama coloquialmente «manta». El término surgió porque en la Universidad de Alcalá de
Henares había una puerta de los burros
que pudo estar en este patio. Salida de carruajes hacia el callejón de San
Pedro y San Pablo, por ella también salían los suspensos siempre de noche.
Fuera, los compañeros les esperaban para burlarse de ellos, reírse, y sobre
todo, mantearles. Se dice que a los malos estudiantes de Alcalá de Henares se
les llamaba «mantas» porque, tarde o temprano, iban a salir por la puerta de
los burros e iban a ser manteados.
Por otro
lado, es posible que la puerta hacia la plaza del Mercado (Cervantes) se
conociera como «puerta de la Gloria»,
por ser lugar de salida de los aprobados.
Cuenta este
patio, además, con un bellísimo cruceiro instalado
en 1960.
En el
anverso vemos a Cristo crucificado y en el reverso, la
Virgen con el niño.
A
continuación la visita nos lleva al Patio
Trilingüe, que recibe este nombre por haber acogido a estudiantes de latín, griego y hebreo.
Es un característico espacio
renacentista en dos cuerpos, cuya balaustrada en gran medida se ha perdido y
que perteneció al Colegio de San Jerónimo, levantado entre 1564 y 1570
por Pedro de la Cotera.
Las obras comenzaron en 1516. Fueron Gutiérrez de Cárdenas y Pedro de Villarroel quienes realizaron las hermosas yeserías trabajadas a cuchillo de los muros. Un trabajo duro, donde mezclando, supieron unir el saber hacer de los antepasados musulmanes con las formas renacentistas europeas venidas de Italia. El resultado fue uno de los más exquisitos conjuntos decorados a base de grutescos o candelieris de España.
En el
lateral encontramos la tribuna de los oradores o Cátedra. Muy restaurada, se compone de tres nichos, el central
coronado con el escudo del fundador. Toda ella se decora con los ya
característicos candelieri que aquí
aparecen policromados con los colores del techo: rojo y azul combinados con el
dorado.
El Paraninfo es el Aula Magna de la Universidad, el teatro académico, el lugar donde se celebraban los actos más relevantes de esta institución. Pero de todos ellos, el más célebre era el examen de doctorado. El estudiante, junto con dos profesores, uno tutor y otro oponente, accedía teatralmente a la cátedra por unas puertas situadas detrás de cada uno de los nichos. Una vez leída la tesis, se iniciaba la discusión, en latín, naturalmente. Los profesores y catedráticos, sentados alrededor de la sala, tenían un turno de réplica y pregunta. Desde las galerías, los alumnos del Colegio Mayor presenciaban los actos. En el centro de la sala, una mesa y el bedel que hacía las veces de maestro de ceremonias.
Hoy en día el Paraninfo se usa como Salón de Actos de la Universidad de Alcalá de Henares: inauguración del curso, salón de grados, entrega de diplomas. Pero, por su belleza y singularidad, es también marco de otros actos institucionales, siendo, sin duda el de más relevancia, la entrega del Premio Cervantes de Literatura, el más importante de la lengua castellana. La ceremonia se repite todos los años el día 23 de abril, aniversario de la muerte del Príncipe de los Ingenios y Día Internacional del Libro.
Desde 1929, es la parte meridional del Patio Trilingüe, se asiente uno de los paradores más antiguos de España: la Hostería del Estudiante.
Para terminar, abandonamos este extraordinario monumento por la «puerta de la Gloria» antes mencionada, acceso que desde el Patio de los Filósofos nos conduce directamente a la Plaza de Cervantes, centro neurálgico del casco histórico de esta sorprendente Villa.
TODA LA INFORMACIÓN INCLUIDA EN ESTA PUBLICACIÓN HA SIDO RECOGIDA DE LOS SIGUIENTES ENLACES:
https://www.turismoalcala.es/turismo/monumento-colegio-mayor-de-san-ildefonso-universidad-de-alcala/
https://www.ciudadespatrimonio.org/accesibilidad/info.php?id=24
https://es.wikipedia.org/wiki/Capilla_de_San_Ildefonso
https://es.wikipedia.org/wiki/Colegio_Mayor_de_San_Ildefonso
https://www.miradormadrid.com/universidad-cisneriana/
https://www.fgua.es/visitas-guiadas/visita-rectorado-universidad/
https://es.wikipedia.org/wiki/Universidad_de_Alcal%C3%A1_(hist%C3%B3rica)
https://alcalaturismoymas.com/patio-de-acceso-a-la-capilla-de-san-ildefonso/
https://alcalaturismoymas.com/el-paraninfo-de-la-universidad-de-alcala-de-henares/
https://alcalaturismoymas.com/ninpharum-domus/
https://alcalaturismoymas.com/capilla-universitaria-de-san-ildefonso/
https://alcalaturismoymas.com/el-sepulcro-del-cardenal-cisneros/
https://alcalaturismoymas.com/la-fachada-de-la-universidad-de-alcala-de-henares/
https://www.jccanalda.es/jccanalda_doc/jccanalda_alcala/artic-alcala/artic-estatuas/cruceiros.htm
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